Los empleados pasan centenares de horas al año en las instalaciones de una empresa. Personas que son un verdadero activo para compañías como Apple, pues son los encargados de hacer que los productos brillen. La cantidad de tiempo pasado en una oficina también da pie a encuentros casuales con otros empleados de diferentes departamentos. Instantes que pueden dar lugar a ideas geniales.

Jobs deploraba las granjas de cubículos tan predominantes de finales de los noventa y principios de los 2000. Antes de volver a Apple y ya siendo presidente de Pixar, se propuso diseñar unas oficinas que fomentaran este tipo de interacciones. Jobs rechazó el diseño original que separaba a los empleados de diferentes disciplinas en distintos edificios.

Oficinas de Pixar Studios

Y bajo este prisma es el que debemos ver el nuevo Apple Park. Además de ser un edificio sostenible y con un impacto medioambiental mínimo, el Apple Park lleva el concepto de la oficina de Pixar a una escala mucho mayor.

Con una capacidad para 12.000 empleados, solo tendría cabida para una fracción de los más de 60.000 que trabajan en EEUU (incluyendo las Apple Store). Pero la razón detrás de este nuevo edificio no es simplemente albergar a más empleados. Es proporcionarles un lugar en el que puedan trabajar de una forma diferente.

Ese espíritu de colaboración fue la obsesión de Steve Jobs en sus últimos años. Una inversión del poco tiempo que le restaba para enfocarse en algo que impactaría las siguientes décadas de su compañía.